viernes, 15 de octubre de 2010

La obviedad


En particular esta película es bastante fiel a la obra literaria del fallecido Stieg Larsson. Tanto en los aciertos como en los graves detalles.

La película te engancha, de eso no vamos a mentir (al menos eso me sucedió a mi) pero en esta primera parte de la saga “Millennium” hay tantos detalles obvios y tan ridículamente puestos a lo largo de la trama, que demuestran el poco ingenio en el momento de su elaboración.

El detalle del suéter azul en una fotografía por ejemplo, que será vital para encontrar al asesino, es de una obviedad tonta. Que por esas causas del destino el asesino haya llevado el mismo suéter azul en otra fotografía y donde además estaba su nombre, me parece un argumento pobrísimo. La “determinante” como lo llamaban los teóricos rusos de la literatura a este elemento, que en el cine se lo muestra (casi siempre) en un plano generalísimo y después en muchos casos se hace un encuadre, tiene consecuencias en el futuro de la trama narrativa. Ejemplo, si se habla o se enfoca un arma que se guarda en un cajón sin, pareciera, tener alguna funcionalidad, puede en el transcurso de la narración tener sus consecuencias, en el caso del arma, una posible muerte o asesinato.

Pero si la obviedad de la “determinante” entra en juego en la narrativa, tanto literaria como cinematográfica, no hace sino presentarnos una elementalidad que cae en el juego fácil y despreocupado.

Lo mismo sucede con todas las pistas de la que se valen el periodista y la hacker para investigar el caso. Demasiadas pistas que encajan. Principalmente las del video de la desaparecida y su medallón. Un medallón que más tarde es elemento fundamental para develar el misterio.

En fin, todo se hizo para que encaje y no haya dificultades, todo para que sea solucionado, sin importar que el espectador o lector descubra  esas vanas facilidades. 

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