sábado, 24 de octubre de 2009

El fin en si mismo


"...y ahora voy a morir, sin nada más, con tierra
sobre mi cuerpo, destinado a ser tierra."






The Fountain es para el Canto General un epílogo. Un significante que se ubica por detrás de todo aparentando conclusión, significado, pero es generadora de múltiples significaciones. Es un árbol de vida que se nos ramifica hasta en el ego (eso que creemos tan nuestro). Es carne, cuerpo, árbol... y estos son equivalentes de escritura. Bailar al son de la escritura para ser hombre de escritura. ¿Eso es la fuente de la vida?. O ser hombre de arcilla. Majestuoso hombre de la tierra que no le teme a la muerte.

La muerte aquí, dos ascepciones. Como fin de un ciclo o de un estadío y como principio de un "algo". Algo como vida. El primer juicio concentra en toda su magnitud una clausura, digamos por ejemplo "Apocalypto". El segundo concepto, por el contrario, abarca la fecundidad: Xibalba. The Fountain.

Quienes hablan así sobre la vida y la muerte son poetas (exageración en su diseminación). Alfa y Omega en el significado parcial que abarca el término "muerte". Poesía profesía. Decir que la muerte es el camino hacia el asombro es decir escritura, y decir escritura es decir Vida. Eternamente vida. Eternamente muerte. Voy a leer para morir podría decir un Manrique.

The Fountain contiene una semilla que germina pronto. La de un cine que sabe expresarse.

martes, 13 de octubre de 2009

Babel ha conquistado el cielo



"There will be blood" ahonda una relación tensa a nivel de sus dos temáticas (petróleo-religión) que son expresadas en sus personajes con un cierto donaire de fanatismo, originando en múltiples aspectos incomodidades.
En el primer caso presenciamos un hombre de petróleo con una personalidad frívola que es capaz de perder todo por su devoción al trabajo. Por otro lado, otro hombre que proclama una religión de manera dogmática con intelecto de pastor sanador. En el film ámbas personalidades, particulares ámbitos, no pueden ir de la mano, como si un delgado destino interfiriera toda sintonía.
Seamos sincero, petróleo y religión, a todos los niveles (y más como tema cinematográfico) es difícil de unir. Cada vez que se acercan se produce una chispa, un caos, una confusión.
En una escena entronizada de la película vemos un impecable travelling de ida y vuelta en donde este hombre del petróleo, primero se aleja urgente con su hijo (herido, por cierto) y la cámara presurosa capta a medida que avanza el trote del personaje junto a una música orgásmica y epiléptica, una torre eyaculando a mansalva su jugo negro, y posteriormente una cámara excitada en el que se confunden cuerpos, corridas, petróleo, fuego, humo, ocaso, Babel en llamas.

Esta confusión (que no es de lenguas pero sí de signos) funciona de manera distractoria.
El relato bíblico narra una torre construída por hombres soberbios de poder que alcanzaría el cielo y que representaría la divinidad del hombre.
Pero Dios enojado por su afán de alcanzar el cielo destruye la torre y dispersa su muchedumbre. En otras palabras, la "victoria" (no en sentido bélico, mas bien intelectual) es divina. Acá en "Petróleo sangriento" es su antónimo.
Estamos tan seguro que la religión doblegará la actitud obtusa del personaje principal, tan seguro que dejará de lado su misantropía, tan seguros que Babel ha caído, pero sólo es una confusión, otra más, en la que el espectador ha tropezado. Babel ha conquistado el cielo, e incluso lo destruye...

jueves, 1 de octubre de 2009

Huyendo a encontrar una risa


Pretende divertir; colapso más que acusación. El signo que anima toda pretensión es la otredad, pero de ella sólo hay una causa que la origina. Su necesidad.
La pretensión de la carcajada a partir del espectador termina situandose en un complejo, el de tomar ese "otro" como un estúpido. Necesidad de estúpidos. Otro de consumo que no ríe.
Un buen ejemplo de cómo actuar el humor, buscar la gracia fácil, impedir que toda sexualidad se propague. Funciona como una guía perfecta de como maltratar la risa.
Aturdir no es signo de diseminación.
Un encubrimiento decepcionante (no niego su buen disfraz pero se acota en él). Toda picardía está relegada al marketing y a la lencería, al abuso digital.
Otra pretensión es enhebrar una historia: se derrumba, cae. Y yo no caigo, al contrario, me levanto, huyo. Y en esa huida se produce el derrumbe. La otredad huyendo a encontrar la risa.
Si no existe el sustento, el andamiaje de toda relación, no hay proceso. Y si no hay proceso no hay desarrollo.
El alucinaje, el fascinar desde el molde no forma un todo.
Máscara de barro que impresiona...pero se quiebra.