lunes, 9 de mayo de 2011

Eso que llaman corazón…


Un ataque al corazón y un intento de suicido justifican el encuentro de personalidades distantes. Un encuentro entre los que considero dos de los mejores actores del mundo: Paul Dano y Brian Cox.
Alrededor de un trabajo a luces complicado como es atender un bar en un barrio de mala muerte y alrededor del corazón (en todo su sentido) se entrama un tacto fino y delicado sobre dos cuerpos que sufren la vida (quién no), que perdidos en el mundo pelean la soledad y la contienen.
El juego de espejos es el que hilvana la película, donde hay una subjetividad gruñona y malhumorada y otra compasiva y contenedora, que desencadena de a poco, a partir de sucesos que parecen obvios pero tan cercanos a nuestra vida, un intercambio en la idiosincrasia de ambos.
Es de notar que el final es un poco previsible dado los hechos que se manifiestan. Una película que ya desde sus instantes primeros nos muestra que en toda ella hay desolación y poco optimismo.
De alguna manera, mientras miraba la película, pensé que no era para nada necesaria la participación de ese extra llamado “amor”. La aparición de April (Isild Le Besco –nombre que me gusta mucho, digo, la fonética de su recorrido) pasa desapercibida, de hecho, apenas tiene guión. Pero su aparición presenta todos los rasgos de un fantasma entrometido que sólo viene a complicar un poco las cosas. En su silencio dice más de lo que podríamos inferir con palabras. De ahí hacer una mención a su director y guionista Dagur Kári como cabecilla de una muy buena película, coproducida por varios países, Dinamarca-Islandia-EEUU-Francia-Alemania.

Nota: Paul Dano es cada vez más parecido a Messi!

jueves, 5 de mayo de 2011

Regularidad en la dispersión


“…ahí donde yo había llegado a trastrocar un orden”
Las babas del diablo, Julio Cortázar.

Blow up de Antonioni puede significar varias cosas. En primer lugar una versión libre del precioso cuento de Cortázar Las babas del diablo. Segundo, una increíble muestra de que el cine no necesariamente se maneja con conceptos como “linealidad narrativa”, “coherencia argumentativa” o “claridad conceptual”. Tercero y por último, al igual que el resto de la filmografía de Antonioni, no hay nada fácil para el espectador ávido de su obra.

Nada la acerca a Cortázar y a la vez todo. La densidad del misterio por saber qué está ocurriendo es clave en las dos obras. Ahora bien, el escritor apunta a un problema pseudo dimensional de la realidad, en cambio el cineasta por su parte entrega más esmero en la posibilidad de la intriga y el Thriller como factotum de la trama.

En Antonioni es muy difícil saber de qué va la historia en realidad, porque en ella están entramadas diversas aristas, diversos puntos que se complejizan  hasta el infinito (otro punto que lo une a Cortazar). De hecho, no es raro que tras la presentación de la película haya dicho que necesitaría otra para explicarla. Sin embargo es interesante observar como todos esos puntos no están dispersos así por qué sí. Hay algo que los une o mejor, los articula.
Michell Foucault habla de “regularidad en la dispersión” cuando trata de analizar las formaciones discursivas. De alguna manera este concepto es clave para pensar el film que nos propone Antonioni, en donde a cada rato creemos estar observando diversas historias que se suceden una tras una: la vida de un fotógrafo (supuestamente inspirado en David Bailey), un enamoramiento, una historia sin historia, un asesinato, un complot, la búsqueda eterna de lo metafísico, el problema de la mente (que de alguna manera se anticipa a todo el sinfín de tramas contemporáneas), etc. 
Todas ellas son partes articulatorias (en términos de Laclau) de un punto nodal que las reúne y las acompaña: la mirada.

Este es el gran problema que suscita el personaje y que teje las historias paralelas. ¿Qué se ve en realidad? Lo cual conlleva a la siguiente pregunta: ¿qué vemos nosotros por ende? Aquí se entrecruzan tres puntos de vista: el del personaje, el del director y el nuestro. Todos ellos dan forma a la mirada. Pero en definitiva quien juzga como Dios no es otro que el espectador, momento cuasi final (porque siempre está la escritura como apertura de otro camino, de otra vista) de la obra.
En este sentido el concepto de punto nodal es importante, porque no supone la idea de un faro positivo que le de un sentido preciso y único a todo. Si no de un sentido parcial (la metáfora) que intenta fijar por momentos lo que creemos estás sucediendo. Es por eso que siempre hay nuevas interpretaciones sobre el objeto de arte, por su no fijación a la estructura.


La mirada del personaje se aboca en ver algo que desaparece rápidamente y al cual nadie le cree. Su posición lo único que hace es trastrocar el orden que parecía seguir su destino (¿o ese es el orden?) La mirada del director que intenta reflejar la dificultad por entender las cosas que suceden a diario, desde un juego de mimos en una plaza hasta una bomba en el centro de una aldea, desde lo ínfimo hasta lo inmenso (¿lo ínfimo no es también algo inmenso… y la inmensidad no supone a veces lo ínfimo?).
El espectador en cambio intenta fijar siempre el sentido madre del film, porque ya le duele demasiado que jueguen con su imprecisión. Cuando alguien o algo se presenta como inexplicable ahí están las conclusiones, los cierres de textos, las últimas instancias de la fijación que le permiten pensar muchas veces por él o no realizar esfuerzo alguno. La completad es la búsqueda del hombre, su mirar es el apuntamiento al noúmeno. En cambio el juego trastoca, difiere, dilata. Al menos a este espectador el último punto es el de su mirada.

Nota: es de notar la aparición (cameo) de Cortázar y la presencia de The Yardbirds en la película.

miércoles, 20 de abril de 2011

Último momento


Muerte del texto. Todo acaba porque en definitiva los conceptos teóricos que uno defendía eran imprecisos. Hay un quiebre, un dolor. La muerte ronda en las escenas que más confiamos.

No hay Momento. Solo hay una pobre sinopsis de un amor (en el sentido cotidiano) que quién sabe si se dará y que es necesario tumbar (al cuerpo ya lo han tumbado). A pesar del desentendido estúpido de la confusión general, no siempre el texto deviene felizmente.

Porque en definitiva (a excepción del espectador) caen en la equivocación todos los estereotipos del mundo de lo irradiable.

A pesar de que algunos aspectos lo eran Todo (contradicción derrideana), ella baila y desaparece.


(los 20 de abril -cuando dijiste eso y tu luz se apagó)


Idiotez del mundo y de las fechas.

Lo sabemos…la película funciona en toda su hegemonía.

viernes, 8 de abril de 2011

Momento IV


Es el momento en el que el espectador llega a su final. Últimos momentos del texto.

De a poco empieza a decaer.  Todo es muerte. Una película como ésta lo sobrelleva todo hacía abajo, como los tontos empiezan a descreer del mundo el espectador empieza a confiar más en la estructura que en el delineamiento. A pesar de que ella (la película, en el sentido de que nada es feliz) se ha ordenado en el orden de lo negativo.

Siento… el momento decae… una lástima…porque en este texto no hay nada de confidencial. Todo es circunstancial como el ejecutamiento. Lo que ella dice sólo tiene un tiempo de vida, después muere.  Tan sólo le queda poco tiempo para decir lo que verdaderamente siente. Entonces la confidencia pasa por un hecho que ni ella ni él creen.

Que ni ella ni él creen…

Que ni ella ni él creen...

Que ni ella ni él creen…

Y en ese momento el Texto muere… (los 20 de abril)

Tan sólo una sola oportunidad… quizás la última…

Que ni ella ni él creen…

martes, 5 de abril de 2011

Momento III o mataste el dios en mí.


Malick y la belleza poético-cinematográfica. El encuentro de dos mundos bajo la visión de un poeta puede hacer del momento una situación de esperanza en el espectador.

Ella entrelaza las cosas. Hermosura natural. Belleza de nuestra tierra, la Nuestra.

Como si una lectura de “Los pasos perdidos” hubiera motivado la película. La mujer no sólo es europea…ni francesa (o francesada).

Un susurro en el cuello, en los pies morenos, a través de un río de imágenes que son auténticamente geográficas (entiéndase, gigantes).

Aquí no hay necesariamente una historia de amor, hay una historia de lo inconquistable: la naturaleza, la condición indígena, la belleza indígena, el nuevo mundo que se convertiría para males en el Mundo, los territorios inhóspitos, la inconmensurabilidad.

Momento para que el paso perdido se convierta en paraíso perdido…y espectador perdido…

domingo, 3 de abril de 2011

Excepción al momento


Aceleración del film en pos de la neoculturalidad del mundo contemporáneo: adolescencia, punk (o versión aggiornada del mismo), moda, raros peinados nuevos, videojuegos, estética del animé (Scott Pilgrim es una novela gráfica en su germen), entre otras. La necesidad de mostrarle al mundo lo que será el lineamiento del nuevo género de cine.

Todo muy desafinado, puesto así como si fuera un juego en bruto cuando en realidad sólo hay desaliñamiento y estética del mismo (¿y todo esto no justifica un juego, a lo sumo una regularidad?). Una estética del desaliñamiento no implica un juicio de valor. Simplemente no me llega.

Michael Cera, un buen motivo. Alison Pill momentáneamente (en este camino en el que me he abandonado) hermosa. 

Repito: hermosa…

Nota: ¿Alison Pill o Kim Pine?

sábado, 26 de marzo de 2011

Momento II


El cine como sabemos no implica un espectáculo necesariamente. Acostumbrados a ver Galas abarrotadas de espectáculo confundimos manifestación artística con entretenimiento.

Pero de vez en cuando necesitamos distendernos. Los momentos en los cuales algo se torna necesidad debemos  aplacarlo (obviamente, el deseo nunca termina).

Momentos en los cuales esto lo necesitamos.

Hablo de una película estúpida a todo momento, con un guión simple y de una historia dormitante. Pero el espectador pasa por un momento al momento de ver un film, eso es lo importante. No hay algo que implique objetividad, porque nada es neutro. 

Momento en el cual necesito ver este tipo de película.

martes, 22 de marzo de 2011

Hacia el momento del escape


Necesito a Barthes en esta ocasión, de una angustia (Bloom), de un Padre (animal totémico que guía), un fin (Kojève), en definitiva: una firma (Derrida)

Momento de dispersar el reloj, ser imprudente (por este nudo se demora una lectura, una mirada). Momento en el que el espectador solicita un tiempo, perdón, al tiempo.

Brillante la capacidad que esta película deslumbra (como si una claridad se posicionaría no en el sentido, sino en el placer de la contemplación)

Al tiempo debemos pedirle que deje intentar un alcance, una meta, una significación completa que no puede llegar a ser meta porque “todo” no existe, no es evidente.

Sin duda alguna este film tendría que haber ganado ese premio (¿?) que algunos llaman fundamental (en realidad se trata de una estrategia comercial que está dirigida al lucro y a los pálidos espectadores del texto betselleriano, aquel que hiere en el hígado y no en la lectura).

Drama, suspenso (inclusive sabiendo de antemano que era un hecho su salvación), humor, parodia, elegancia sintáctica, ironía, buen gusto y cocción.

Un final aparte en la historia del cine (en el de animación, principalmente)

Pixar demuestra el camino, al menos el faro…

lunes, 14 de marzo de 2011

Siga apostando


M. Night Shyamalan, ¿qué ha sucedido? Después de una línea cinematográfica más que interesante, en especial con The Village (sí, no la sobrevalorada “Sexto sentido”), es difícil creer que estamos hablando de una película decepcionante en todo sentido. Está bien, entiendo que es un film destinado a un público infantil pero no me queda en claro como este excelente director haya apostado a este tipo de cine, en donde nos encontramos con actuaciones muy evidentes de niños y con momentos de clímax torpes y aburridos. Es verdad, uno debe renovarse continuamente, pero aun es cortante la nueva propuesta de Shyamalan. Quizás debemos esperar un tiempo y ver si con la secuela de la película podemos ver una línea de trabajo shyamalana.

Pero no puedo dejar de pensar en todo su historial. ¿Será esta película una necesidad de afianzarse ante esa crítica despiadada norteamericana?

En el fondo quise que esta película me gustase pero me fue dificultoso. Igualmente sigo pensando que este es uno de los mejores directores en la actualidad. Sigo apostando…   

viernes, 11 de marzo de 2011

¿?


Película independiente de muy (muy) bajo presupuesto, en donde el espectador puede encontrarse con todo (literalmente) y mezclado sin un razonamiento en pos del humor (al menos esa es su finalidad, generar la risa). Veamos, en la película se entremezclan yanquis, la pantera rosa, aventuras, persecuciones, engaños, etc. Todo muy mal organizado y con un humor chabacano desesperante, tratando al espectador como un estúpido. Se puede observar en la película un homenaje a las películas ochentosas de Disi o Francella, pero elevada a la quinta, sobreexageradamente y plagada de chistes fáciles y monótonos. Clase "B" es poco, Clase "C" mejor.
Dirigida y escrita por sus mismos actores  (¿?) principales, 2 locos en Mar del Plata constituye un buen insulto al cine, en el que parece que cualquier cosa hoy en día puede ser filmada y denominarse “arte”.

martes, 8 de marzo de 2011

Aún...


Un documental se caracterizaría por una representación de la realidad desde un punto de vista determinado. I'm Still Here vendría a revertir un poco esta concepción. Hoy sabemos que este documental sobre los cambios de hábitos del ágil y plástico Joaquin Phoenix, el paso de una estrella de cine a cantante de hip hop, fueron un experimento sobre la transformaciones psicológicas y físicas de un personaje, es decir, todo al final se trataba de un relato ficticio (que vendría a dar una concepción nueva sobre el documental, si ahora se lo puede catalogar bajo este termino).

Todo el relato se basa en mostrar a un desmejorado JP (como así se hace llamar en  su nueva etapa) y su repercusión tanto en los medios, compañeros de trabajo (otros actores), amigos, etc. Inclusive asiste a programas en el papel de JP donde se lo muestra confuso, perdido, drogado, en fin, siendo otro. Todo esto siempre registrado por la cámara de Casey Affleck, amigo y cuñado de Phoenix.

Una buena manera de jugar con las concepciones sobre la forma de los géneros, además del juego que implica la estabilidad mental en momentos de compleja vivencia.

sábado, 5 de marzo de 2011

Recordando vidas pasadas


Suponer una ruptura es difícil. Más que nada porque eso evidencia una inversión en la estructura (y por tanto, un quiebre a la misma noción de estructura)
Uncle Boomee recuerda sus vidas pasadas constituye una de esas películas que rompen con el canon, agrietándolo, masticándolo, produciendo un efecto desesperante en el que el sentido nunca llega y por lo tanto genera la desdicha del signo. El espectador debe recurrir a una voz, a un consejo, a una desocultamiento, a una metáfora para quizá ahí decir que la suerte está de su lado.

Hubo mucha controversia en torno a esta película dirigida por Apichatpong Weerasethaku (de origen tailandés). Algunos la catalogaban como el renacimiento del séptimo arte, desde los Lumiere. Otros, más escépticos, como una de las peores vergüenzas del cine.
En mi opinión la película representa el camino a un cambio. Hartos de ver lo mismo, hecho de la misma manera (el qué y el cómo repetidos en cadena) nos vamos conformando cada vez más con poco. Esta película es signo de una vuelta de tuerca, de una inversión en la jerarquía, en definitiva, una contractura positiva.

A todo momento nos topamos con una meditación poética en estado puro (no mediocridades filosóficas que no conducen a nada). Una reversión de la vida que no sabemos muy bien que pretende, y esto es lo importante de todo hecho, vida, texto, etc. la inerte determinación del significado. Uncle Boonmee es el retardo ambivalente que permite escribir, generar caos lingüístico, experimentar formas alternas junto al espectador en el cual ninguna experiencia de sentido es la verdadera. Es generar Cine y no simplemente, como un bonus extra, cine.

jueves, 3 de marzo de 2011

Volver a la escritura: volver a Keats


Volver a la escritura. El verano cansa, y también agota la mirada (al menos para mí). El cine durante el verano es insoportable, todo es o monótono o poco agradable.
La vuelta a la escritura es la vuelta a disfrutar de la lectura o la mirada, que no son  reactivas o secundarias de aquella, sino más precisamente, producción.

Bright Star comenzó a delinearse en mi panorama. La nueva película de Jane Campion, gran directora, no se ubica como una película nueva, de propuesta innovadora con respecto a su línea de trabajo. Más precisamente hablo de su ejemplar The Piano. En este último trabajo encontramos un poco más de lo mismo: feminismo y su prédica de comprensión, el abarrotado amor y sus complejidades, amores desparejos, entre otras cosas.


Sin embargo, no puedo negar, no que la acepté (como si el cine se aceptara o rechazara, como si habláramos de un simple gesto referencial), sino que la disfruté.
Su espacio, o mejor dicho, el espacio que encubren los personajes, Keats y Fanny, imagina una atmósfera similar, calmada, propia de las vidas de un poeta romántico y una doncella, como así también el desmoronamiento de esa calma: la pobreza, el desencuentro, la muerte. Son una de esas relaciones imperecederas e idealistas en la historia de la humanidad. Y Campion la capta muy bien.