miércoles, 31 de marzo de 2010

Monstruo de nuestros tiempos


Argumento: La noche en que varios jóvenes neoyorquinos celebran la fiesta de despedida de un amigo en Manhattan, un monstruo del tamaño de un rascacielos llega a la ciudad. Contada desde el punto de vista de la videocámara de uno de ellos, este es el escalofriante documento sobre sus intentos por sobrevivir durante los momentos más increíbles y terroríficos de sus vidas. Producida por J.J. Abrams, creador de la serie "Lost". (Filmaffinity).


Reflexiones:
Mirar “Cloverfield” es sumergirse en 75 minutos de pura adrenalina, lo cual hace que la película parezca un video de YouTube. Y esa es la clave.
Quitando que los actores son de algarrobo y que la historia de amor es estúpida y totalmente prescindible, la película es un perfecto anclaje en estos tiempos. Por eso resultan logrados los siguientes tópicos en la película:
- Paranoia post 11 de septiembre.
- Cultura del video clip.
- Necesidad de registrar todo.
- Miedo al “otro” (esto es atemporal en Occidente).
- Predominio de la tecnología sobre el hombre.
Y es en el último punto en donde veo el logro de “Cloverfield”. Todo debe ser filmado. Ya nadie vive el momento, todo debe estar mediatizado. Hay un cambio en el paradigma de la percepción.

Hay personas que antes que salvar su vida, prefieren que su muerte quede registrada en la camarita.

lunes, 29 de marzo de 2010

Subestimar al espectador




Argumento: En otoño de 1967 Ron Jones, un profesor de historia de un instituto de Palo Alto en California, no tuvo respuesta para la pregunta de uno de sus alumnos: ¿Cómo es posible que el pueblo alemán alegue ignorancia a la masacre del pueblo judío? En ese momento Jones decidió hacer un experimento con sus alumnos: instituyó un régimen de extrema disciplina en su clase, restringiéndoles sus libertades y haciéndoles formar en unidad. El nombre de este movimiento fue The Third Wave. Ante el asombro del profesor, los alumnos se entusiamaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse a su grupo. Al quinto día Ron Jones se vió obligado a acabar con el experimento antes de que llegara más lejos.


El director alemán Dennis Gansel (Napola) ha trasladado esta experiencia a nuestros días y a su tierra natal: Alemania. Esta vez es el profesor quien hace la pregunta a sus alumnos: ¿Creéis que es imposible que otra dictadura vuelva a implantarse en Alemania? Y comienza el experimento… Presentada en Sundance, "Die Welle" fue nº1 en la taquilla alemana. (FILMAFFINITY) (Filmaffinity). 

Reflexiones:
Viendo La Ola me sentí subestimado. Supuestamente este es el cine alemán adulto y crítico que está en boca de todos en estos momentos. La película tiene un buen ritmo narrativo y una excelente fotografía.
Pero es, ideológicamente, lamentable. Está hecha para captar al espectador desprevenido y sin sentido.
Llena de alegorías obvias, es por eso que subestiman al espectador, en dodne se le da toda la comida digerida...
¿Qué saca el espectador como conclusión propia, completando la recepción de la película? "Las dictaduras son malas". Algo que todos sabemos. ALGO EN LO QUE TODOS ESTAMOS DE ACUERDO, algo que cualquier persona, con dos dedos de frente, tiene en claro. Yo esperaba otra cosa, algo más comprometido, algo más interesante.
Y sin hablar de los 20 minutos finales. Con una moralina pésima, desagradable, y que muestra el maniqueísmo del autor.
Una decepción.

sábado, 20 de marzo de 2010

Una más del montón




En “Anamorfosis” todo es monótono. Pero es una monotonía que alcanza el pico de lo aburrido.
Personaje monótono que no encierra una curiosidad que nos sujete a desear llegar a descubrir cuáles son las fuerzas que motorizan su idiosincrasia, qué es lo que define su rara personalidad. A pesar de suponer que la monotonía es el rasgo preponderante de su extravagancia, es extraño como no puede aprovecharse esa cualidad, dado que el personaje cae en un bache nebuloso que adormece.

Monotonía en la construcción del asesino serial que lejos de volvernos adictos a un personaje malvado, nos aleja, como nos pudo haber seducido ese nuevo Guasón. Pero (y cabe hacer la mención), nos atrae de este criminal su tecné atrevida, único elemento que le juega a favor.

Sin embargo la monotonía es tan fuerte y persistente que inunda todo el film. En alguna medida, una parte es del poco entusiasmo que contagia el detective, otra de la trama, del recorrido que decide hacer el director para llamar la atención, que además se amontona con el clisé de las películas detectivescas generando así una película más del montón.

martes, 2 de marzo de 2010

Del "Kino- Pravda" sin el mareo rojo





Para despejar cualquier incierto que la filosofía diaria y barrial nos obnubile, estos personajes no son fantasmas, son carnes con armas que pululan por los rincones basurales de una ciudad feroz que los atormenta, en la que el único rayo de sol que filtra apenas por entre sus grietas, nace en las miradas llenas de vida de los dos personajes determinantes del film: la detective y la asesina, que apenas en una mañana (encendida por ellas mismas) entre pálpitos de sangre, paredes frías y latentes, mecanismos de juegos eléctricos, son puestas en paralelo, tan iguales y tan diferentes a la vez, peleando día a día el peso de su condición.

Mujeres que cortan la trama, que inflan el film poniéndose de relieve, dándole ese ingrediente de “amarguras de amor”, el poco y el justo, el apenas. Mujeres que abren y suturan la película con un instrumento tan peligroso como la realidad.

En el otro margen, jóvenes criminales que poco merecen de lumbre (escorias solucionadas por su propia causa), que están ahogados en sus propios huesos y en tratar de latir su corazón.
También especies de detectives que escapan a toda fantasía del orden hollywoodense, que no ríen con sorna a pesar de su malestar diario y hasta eterno. Detectives que no manejan coches últimos modelos, que a duras penas llegan a fin de mes, deambulando en la crudeza de las calles, que no saben de fórmulas farsantes de felicidad. Antítesis de Harry Callahan, sin lemas lingüísticos que los avalen, más cercanos a un Vertov que a un Eastwood.

Personajes malnacidos, llenos de un realismo tan sucio, que sólo una prosa de Bukovski los entendería…personajes efímeros pero contundentes en su manera de ver la realidad, tan dignos y tan despreciables, tan amargamente comprendidos.