miércoles, 14 de julio de 2010

Sobre gustos hay mucho escrito (el caso "Hiroshima mon amour")





Hace un tiempo leía en una revista una nota en la cual diversos intelectuales y artistas de todas las gamas (cineastas, actores, escritores, teóricos, entre otros) denostaban ciertas obras de la cultura que para muchos son joyas de la humanidad. Me encontré con gente que a su parecer, la que crítica y popularmente se piensa la mejor obra literaria de Neruda, 20 poemas de amor y una canción desesperada, era “literalmente” una basura cursi y melancólica que tiraba por la borda el Neruda social y comprometido. En este sentido, y con fundamentos bastantes interesantes, elevaban Residencia en la tierra o el Canto General a obras que consideraban lo definían mejor poéticamente.

En esa revista, o mejor dicho, en esa nota de la revista, leí como grandes obras de todos los siglos eran despelechadas de su cáscara de oro por artistas de gran talla. Por esta especie de guillotina crítica y despiadada (y digámoslo, envidiosa) se cortaba la cabeza a un Quijote, a un Orson Welles, a un Saramago, a un vals de cierto renombre, a la Garbo, entre otros.

Obviamente debemos tener en cuenta que esta “supuesta demencia” debe ser entendida en términos de gustos o mejor dicho, de subjetividad. Que a uno no le guste Ficciones de Borges, o que le parezca Milan Kundera un marxista fracasado, depende de lo que uno piense sobre ese autor u obra (términos un tanto complicados después de tanta marea sobre ellos). Igualmente no creo que la definición o el status de una obra pase por la historia personal de un autor, pero sí creo que es mi lectura y mi apego a un historia personal que me define, lo que haga que me “guste” o “no me guste” una película o un libro. Sé que siempre hay una lectura que es atravesada por múltiples lecturas, ninguna de las cuales quizá es mía, pero en el fondo el que lee o mira en ese instante es un yo, atravesado, pero un yo al fin y al cabo. Con esto me estoy refiriendo a que una crítica de cine no debe condicionar el cómo ni el qué de una película. Sí me parece que debe ser un anexo o una posibilidad. La crítica es parte constitutiva del cine pero no determinativa. El gusto o el credo personal en última instancia es el que condiciona. A mi sí me gusta Borges, sí Kundera, sí Welles, sí el Quijote, no Chinatown de Polanski, no El tercer hombre de Welles, no Batman, sí la crítica de una revista argentina sobre Hiroshima mon amour de Alain Resnais, sí la crítica dialogada de un amigo de Chinatown, y así…
La posibilidad que da la crítica es la de oír posibilidades. Nunca está mal escuchar al otro para ver que nos dice. Puede que en su análisis encontremos algo que por ahí se nos escapó o que inimaginemos.

 Hiroshima mon amour no me gustó. Me parece un desorden amoroso que lleva al tedio. Mucha insistencia en algo que no está o no es me causa un poquito de cansancio. Empecé con mucho ánimo a tratar de ver la filmografía de Resnais, creyendo que mirando lo mejor en primer lugar (o al menos lo que la crítica considera lo mejor) iba a provocar un deseo de aventurarme en su obra. Pero fallé. Una vez más lo popular no da seguridades. Con esto no estoy diciendo que abandonaré la empresa de mirar sus películas pero sí de tener más cuidado con los preconceptos. Tampoco estoy siendo contradictorio con el Cahierismo (del cual soy admirador) dado que no todo lo de la Nouvelle Vague me fascina ni creo debería serlo así. Los fanatismos exagerados me huelen en algún término a mentira.

Simplemente encuentro en ese estado fugaz de la relación del japonés y la francesa (Emmanuelle Riva, nada más ni nada menos) un abrumo o sobreexageración de la trama. Un instante sencillo, una reconstrucción del pasado en el final de una guerra atroz, una expectativa de amor que no se da, un guión de Marguerite Duras, son grandes motivos que movilizan al espectador a husmear la película, y me gustaría que la vean. Pero su ritmo lento, cargoso y exasperante no es fácil. Y eso que el ritmo lento me atrae, como en Van Sant o Majewsky. Pero aquí me retrajo. Demasiada carga intelectual puede no ser siempre una gran obra de arte.

Abran los ojos, vean bien, y principalmente lean con cuidado las críticas (con mayor motivo esta).

El gusto es algo que se quiere dominar, a pesar de que lo mientan. A mi parecer sobre gustos hay mucho escrito.


2 comentarios:

Bubulina dijo...

Ja, el día de mi cumpleaños posteaste sobre Hiroshima mon amour.

Qué lindo.

Bubulina dijo...

¿No me habías dicho que Hiroshima mon amour sí te había gustado?


Habrá sido otro Jorge