jueves, 10 de mayo de 2012

La paradoja de la maldad



Creo que no es otra cosa que el retrato estético del horror. Jugar a ser ingenioso en el decurso de un momento asfixiante, apelar al tono melodramático de una situación hipotética. En todos los sentidos, la abyección se recubre, se mitomaniza. Por ejemplo en los cuadros finales, la madre llorando bajo el yugo de la reja electrificada en un contrapicado sucio de creída audacia moral; la cámara que enfoca y se va alejando dejando en el plano general la metonimia evidente de lo inevitable y ya imaginado, retratando en su alejamiento la muerte bajo la presencia instigadora de los “piyamas”; la boca abierta del padre, quien entiende antes que nadie lo que significan las literas desoladas del “campamento”.

Es creer en el karma de la maldad. En suponer una venganza, una paradoja de lo macabro.

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