A pesar de Uma Thurman (su
mirada emociona por la inquietud que en ella se lee), a pesar de la pintura
exquisita de Nyman (sutil, preciso, idóneo), a pesar de de Ethan Hawke (cuanto
me recuerda a Jesse, verlo en una dispar película, e inevitablemente, cuanto me
cuesta pensar en Delpy, su difusa sonrisa –en el orden de lo teórico podría
hablar de intrafilm, la lectura de
una imagen en la imagen de otra película, el recuerdo inevitable del placer),
Gattaca es tedio y no sé muy bien por qué.
El contenido seduce, sí, pero la progresión no se vuelve
intimidante en este momento a mi
manera de ver. Sólo es un vasto recuerdo de algo dulce que probé en otra
situación a pesar de que el contenido esté hablando de un futuro no muy
distante.
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