Hay dos niveles en esta película: el que conlleva una función meta, y el que permite el contenido.
En cuanto al nivel meta, se reflexiona muy interesantemente sobre el género, lleva a reflexionar en torno a las políticas recurrentes del asesino, los fines y sus himnos.
La segunda parte se vuelve simple contenido, del más estúpido que podamos haber visto. Falseable hasta en el entusiasmo, el ejercicio de lo dicho en el nivel meta se vuelve con la cara gacha, arruinado por la mala arquitectura.
Un errado dibujo que, encima, tendrá secuela...
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