sábado, 28 de julio de 2012

Así




Cuando alquilamos esta película tu muerte estaba en mis uñas. Frescas olían tus sangres. 

El desierto de tus hijos.

Borracho lo digo: dormís porque en el fondo tenías razón: el cine murió.

Sin embargo, aun sigo brindando que Pulman la conquiste, como un cosquilleo conocido, que no deja de sentirse.

Era la última. Una estupidez si lo pienso ahora. La más grande pero la más adecuada...

In-tacto



Inevitables 6 o 7 años. Inevitables hasta el terror del cuco en las costillas (alguien voló). Ser niño, la ternura del descalzo en un pasaje. La locura de creer que a la vuelta de la esquina me espera esa picadura y esa muerte.

Las arañas.

Los cumpleaños.

Tu mano pequeña diciéndome adiós.  (20.4 M.C.) 

Aun sigo pensando si su primer beso fue un error teórico. El del paso del tiempo.

Sigue intacto el niño.

miércoles, 11 de julio de 2012

Ese otro finés




Es algo que escapa al preconcepto el ver una película finlandesa, dado que es un cine alejado de toda nuestra recepción cotidiana, por lo tanto, el verla supuso una novedad. Sin embargo, no hay nada que la aleje de lo frecuente (eso que construye). Vemos un detective que persigue una venganza, un asesino en serie con ínfulas pseudoreligiosas, una excusa (es decir, "los que caen en el meollo de la trama, los que provocan que la historia se desarrolle"), una moraleja: esquema básico, no hay dudas.
Sí me parece más interesante, por su parte,  el sesgo crítico que versa en su desarrollo. Finlandia es un país con un buen pasar económico social, basado en un estado de bienestar y una organización inexorable respecto de sus leyes. El orden (exageradísimo orden), las formalidades y la seriedad resultan intocables. Sin embargo, tanta normalidad, tanto desplazamiento de energía para lo social no hace otra cosa que retumbar en el propio sujeto.  Por eso la taza altísima de suicidios, el problema con el alcohol y la violencia doméstica son problemas con los cuales diariamente conviven.

Priest to Evil (o si se prefiere en su propio dialecto "Harjunpää ja pahan pappi") por lo tanto, resulta un desorden dentro de tan uniforme estructura. La película apunta a mostrar el lado visceral de la violencia y del finlandés más radical. No creo lo logre con sumo entusiasmo, porque a medida que pasan los minutos se acomoda, se tranquiliza, pierde tacto crítico y se vuelve construible (obvio, con patrones categóricos conocidos, de ahí la posibilidad de toda falla, de todo "no poder entender bien que es ser un finés", salvo me lo occidentalice)

Llama poderosamente la atención que todos los policías parezcan más integrantes de una banda de trash metal que del cuerpo legal, además de su dureza y su klingoniano dialecto (el otro visto como raro- posición cotidiana de todo sujeto que habla y piensa desde acá)

miércoles, 4 de julio de 2012

Dietrich tampoco ríe


Grave, hosca, seria. Una inadivinable Dietrich sólo muestra atisbo de humanidad bajo filo del cuchillo. El momento en que pareciese siente miedo, en que cierra la persiana.

Un cuerpo atestado en la sala mientras la rubia suelta una verdad, mientras retorna el interrogatorio, mientras el mayordomo observa la salida de la enfermera y del magistral Sir Willfrid... el cuerpo atestado en la sala se oculta sin cámara, fuera de metraje.

Dietrich aun sigue mostrando las piernas, tras el atril de la justicia que muestra su cara menos doctora, el error de cálculo y lógica (pero también de maquillaje).

Porque Tyrone Power sabe cómo tratar a las mujeres el desarrollo de toda la trama es perfecto. Witness for the Prosecution es irremediablemente perfecta.