Volver a la escritura. El verano cansa, y también agota la mirada (al menos para mí). El cine durante el verano es insoportable, todo es o monótono o poco agradable.
La vuelta a la escritura es la vuelta a disfrutar de la lectura o la mirada, que no son reactivas o secundarias de aquella, sino más precisamente, producción.
Bright Star comenzó a delinearse en mi panorama. La nueva película de Jane Campion, gran directora, no se ubica como una película nueva, de propuesta innovadora con respecto a su línea de trabajo. Más precisamente hablo de su ejemplar The Piano. En este último trabajo encontramos un poco más de lo mismo: feminismo y su prédica de comprensión, el abarrotado amor y sus complejidades, amores desparejos, entre otras cosas.
Sin embargo, no puedo negar, no que la acepté (como si el cine se aceptara o rechazara, como si habláramos de un simple gesto referencial), sino que la disfruté.
Su espacio, o mejor dicho, el espacio que encubren los personajes, Keats y Fanny, imagina una atmósfera similar, calmada, propia de las vidas de un poeta romántico y una doncella, como así también el desmoronamiento de esa calma: la pobreza, el desencuentro, la muerte. Son una de esas relaciones imperecederas e idealistas en la historia de la humanidad. Y Campion la capta muy bien.
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