sábado, 5 de marzo de 2011

Recordando vidas pasadas


Suponer una ruptura es difícil. Más que nada porque eso evidencia una inversión en la estructura (y por tanto, un quiebre a la misma noción de estructura)
Uncle Boomee recuerda sus vidas pasadas constituye una de esas películas que rompen con el canon, agrietándolo, masticándolo, produciendo un efecto desesperante en el que el sentido nunca llega y por lo tanto genera la desdicha del signo. El espectador debe recurrir a una voz, a un consejo, a una desocultamiento, a una metáfora para quizá ahí decir que la suerte está de su lado.

Hubo mucha controversia en torno a esta película dirigida por Apichatpong Weerasethaku (de origen tailandés). Algunos la catalogaban como el renacimiento del séptimo arte, desde los Lumiere. Otros, más escépticos, como una de las peores vergüenzas del cine.
En mi opinión la película representa el camino a un cambio. Hartos de ver lo mismo, hecho de la misma manera (el qué y el cómo repetidos en cadena) nos vamos conformando cada vez más con poco. Esta película es signo de una vuelta de tuerca, de una inversión en la jerarquía, en definitiva, una contractura positiva.

A todo momento nos topamos con una meditación poética en estado puro (no mediocridades filosóficas que no conducen a nada). Una reversión de la vida que no sabemos muy bien que pretende, y esto es lo importante de todo hecho, vida, texto, etc. la inerte determinación del significado. Uncle Boonmee es el retardo ambivalente que permite escribir, generar caos lingüístico, experimentar formas alternas junto al espectador en el cual ninguna experiencia de sentido es la verdadera. Es generar Cine y no simplemente, como un bonus extra, cine.

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