miércoles, 27 de octubre de 2010

Las huellas de los Lumière


En esta película se muestra a diversos directores con la mismísima cámara de los Lumiere y se los reta a un desafío, dirigir con ella y en la mismas condiciones que en 1885. Esto implica que no se podía superar los 52 segundos, no se permitía la sincronización del sonido, y el cortometraje no podría constar de más de tres tomas. La iniciativa vino por el conmemoramiento de los 100 primeros años de cine.

En los sucesivos cortos en los que participan grandes directores es de destacar los trabajos (los únicos a mi criterio que hicieron algo realmente creativo, artístico e interesante) fueron los de Haneke (principalmente), Lynch y Greenagay.

¿El cine es mortal? Es la pregunta que a todos se les hace. Respuestas por aquí, respuestas por allá, en las que resuenan las afirmaciones del séptimo arte como inmortal, hasta el final de la existencia, y respuesta de la negación por el mismo hecho de que el hombre es mortal.

Otra de las preguntas que se le hace a cada director es más personal y en último caso, introspectiva, ¿Por qué filma? Pregunta errónea a mi modo de parecer, porque atenta contra el espíritu creativo del artista. Nos dice Gustavo Adolfo Becquer que mientras haya un misterio en el mundo habrá poesía.
Quizá eso mismo entendió Haneke: “No le preguntes a un ciempiés porque anda o tropezará”.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Donde vive Edipo


Primero: ¿Por qué este tipo de historias en la cual un niño/a decide abandonar su hogar por equis motivos (generalmente malos) y donde realiza un viaje místico a una tierra extraña poblada por seres raros, no le sucede, en cambio a un niño feliz? ¿Acaso para remediar su pésima vida este viaje es necesario, dado que al regreso (porque siempre regresan) se encuentran con que todo ha cambiado y aparece otro mundo dentro de su hogar o la posibilidad del cambio? ¿Un niño feliz no merecería también un viaje por ser un agraciado dentro del mundo por ser feliz? Creo lo merecería de igual manera, dado que son pocos los que se pueden considerar felices. Seamos equitativos…
Segundo: Este viaje no es otra cosa que una farsa, es simplemente un viaje al interior del niño/a para reprimir todo deseo desbocado y toda furia. Además para aceptar que debe respetar un cúmulo necesario de leyes que anteriormente estaba en contra y que en este mundo de ensueños las aprende o las valora. Por eso en todas las películas con esta trama el idilio termina con el regreso del personaje y su aceptación del modelo de vida en el cual ha nacido.

Es verdad, está bien filmada y la música se ajusta muy bien. Cada imagen demuestra con mucha genialidad los estados de ánimo de los personajes.

viernes, 15 de octubre de 2010

La obviedad


En particular esta película es bastante fiel a la obra literaria del fallecido Stieg Larsson. Tanto en los aciertos como en los graves detalles.

La película te engancha, de eso no vamos a mentir (al menos eso me sucedió a mi) pero en esta primera parte de la saga “Millennium” hay tantos detalles obvios y tan ridículamente puestos a lo largo de la trama, que demuestran el poco ingenio en el momento de su elaboración.

El detalle del suéter azul en una fotografía por ejemplo, que será vital para encontrar al asesino, es de una obviedad tonta. Que por esas causas del destino el asesino haya llevado el mismo suéter azul en otra fotografía y donde además estaba su nombre, me parece un argumento pobrísimo. La “determinante” como lo llamaban los teóricos rusos de la literatura a este elemento, que en el cine se lo muestra (casi siempre) en un plano generalísimo y después en muchos casos se hace un encuadre, tiene consecuencias en el futuro de la trama narrativa. Ejemplo, si se habla o se enfoca un arma que se guarda en un cajón sin, pareciera, tener alguna funcionalidad, puede en el transcurso de la narración tener sus consecuencias, en el caso del arma, una posible muerte o asesinato.

Pero si la obviedad de la “determinante” entra en juego en la narrativa, tanto literaria como cinematográfica, no hace sino presentarnos una elementalidad que cae en el juego fácil y despreocupado.

Lo mismo sucede con todas las pistas de la que se valen el periodista y la hacker para investigar el caso. Demasiadas pistas que encajan. Principalmente las del video de la desaparecida y su medallón. Un medallón que más tarde es elemento fundamental para develar el misterio.

En fin, todo se hizo para que encaje y no haya dificultades, todo para que sea solucionado, sin importar que el espectador o lector descubra  esas vanas facilidades.