Franklyn es un inseguro relato psicológico. En él se confunden personajes con cualidades parecidas: el fantasma que deliramos real. Personajes acabados, sucios.
Vemos que dos universos tienden un puente, impredecible al principio (lo cual entusiasma), fatídico al final (lo cual desarma).
En una de las ciudades (hay un plano general al comienzo que me recuerda a Blade Runner) la religión entorpece el desarrollo de los que la habitan. De ahí que veo una singular crítica al politeísmo cotidiano, pero que va adoptando carácter leve al pasar los minutos.
Hay un guion particular, lleno de intensos derroches de divagación:
-Oí una historia una vez, cuando era niño. Era sobre un narrador de historias. Era tan bueno contando historias que todo lo que inventaba se volvía realidad.
Entonces el narrador creó un mundo para él donde es rey del castillo y tiene una bella princesa a su lado. El sol está siempre brillando. Ese tipo de cosas.
Y un día, él despierta, mira alrededor, la besa en la mejilla y la deja.
A pesar de que su vida era perfecta, absolutamente perfecta, él tiene la sensación de que debería estar en otro lugar (...) De todas maneras, la princesa despierta y él desapareció.
Tiene algún sentido?
-No.
Pero es uno mismo. Es el fantasma. Entonces:
-El narrador de historias estaba tan habituado a sus fantasías que no importa cuán buena fuera su realidad, nunca era suficiente. Nunca sería suficiente.
-El primer paso para la recuperación es entender el problema.