Hay un error mucho más grave para Juno que estar embarazada a su edad y es el de cometer una doble abyección. La película en vez de hacer hincapié en estos desvíos, pareciera no preocuparse mucho por dejar una buena enseñanza y exponer con un humor bastante amargo una mala decisión.
Dar en adopción a su hijo o cosa (es un objeto a lo largo del film) porque es aún muy chica para criarlo, mostrándose irónica con lo que le toca, a veces con un sarcasmo juvenil, sólo es bien visto para un Poncio Pilatos. Es el temor a asumir.
Pero lo peor, alguien que en una película no se ocupa con delicadeza de tan tamaña temática y encima asume una política histriónica de un hecho atroz, dirá Jacques Rivette “merece el más profundo de los desprecios”.
Si esta es la moraleja que quiere despertar la película en las mentes de las jóvenes del siglo XXI es una imprudencia difundirla porque un pensamiento de vida que pretende el ocio, la juventud eterna y el descompromiso sólo puede venir desde la lógica del Poder.
Hay algo que no debemos olvidar que no deja de ser más grave y es lo intolerable que se personifica el entorno familiar que rodea a Juno - padres, especie de novio, amigos, etc.- que viven la situación (poco graciosa por cierto) con una despreocupación atemorizante. Me preocupan estos personajes que giran alrededor de la adolescente por su pasividad, su falta de involucramiento, por su poca seriedad y compromiso.
Para darle una clausura al idiotismo, Jason Reitman nos encuadra hacia al final una escena de felicidad, de continuación posible para toda mujer, echando a la basura cualquier problema, hasta el más serio que imaginemos, forjando visible que en el modelo capitalista siempre es posible u